Como decía en la entrada anterior, el autobús es un buen medio de transporte para tener contacto con extranjeros.
Esta vez vuelvo a casa después de hacer unas compras y, en la parada de la escuela de idiomas, suben mi amiga siria y su compañera de clase, que también vive en nuestro pueblo. Una se sienta a mi lado, la otra delante de mí, nos saludamos y pienso que vamos a intercambiar comentarios sobre su curso y los colegios de nuestros hijos. Pero no, parece que hay un tema más serio y es importante discutirlo allí mismo, rodeadas de pasajeros.
Mariam dice: “Mi amiga, médico, foto, ella ve negro.” Su mano izquierda se mueve varias veces de izquierda a derecha delante de su pecho y una vez me señala a mí.
La amiga aclara: “El jueves voy médico. Yo veo negro, pero médico dice: todo bien. Yo no duermo bien.”
No soy médico y además aún no estoy segura de haber entendido completamente la situación, pero el dedo que me ha señalado me hace pensar en una conversación previa con Mariam sobre la salud y mi cáncer de mama.
Trato de calmarla y respondo: “Si el médico dice que todo está bien, entonces todo está bien. Tú, tranquila. Algunas veces hay negro en las fotos, pero el médico lo ve y sabe si es bueno o malo. La foto, ¿es una radiografía?” (En alemán: imagen de Röntgen, por el físico que descubrió los rayos-X, casualmente en la ciudad por donde circula nuestro autobús).
“No, eco.” (Ella dice “eco” de verdad, por eso la entiendo, pero no es alemán).
“Aha, una Sonographie.” (El nombre técnico, que es más fácil que el coloquial Ultraschall – ultrasonido, porque al principio a muchos extranjeros nos cuesta distinguir el sonido-Schall de la bufanda-Schal).
Prosigo: “El año que viene, otra vez control médico.”
La mujer intercambia unos comentarios en árabe con mi amiga y luego sonríe, hace el gesto de lanzar el tiempo hacia atrás por encima del hombro y me explica: “Hace ocho años.” Después su mano se para en un lugar impreciso de su pecho.
Yo sonrío también y asiento: “Hace nueve años.”
La mujer siria expresa entonces en voz alta el problema de todos los extranjeros: “Yo entiendo mucho, pero hablo poco y no tengo personas para hablar, sólo en la escuela.”
Ella y Mariam vuelven a hablar en árabe y después conmigo, pero nunca en el tono alemán de “le cuento un secreto al cuello de mi camisa”, sino en el tono mediterráneo de “no me importa que me escuche todo el autobús, es más, quizás haya otra mujer a la que le interese y quiera participar en la conversación.”
Mariam pregunta: “¿Cómo se llama la enfermedad en alemán?”
“Brustkrebs.” (Cáncer de mama).
Repetimos la palabra varias veces, diferenciando las dos partes que la componen, y continuamos el viaje entre árabe y términos médicos en alemán.
Al otro lado del pasillo viaja una jubilada alemana que nos mira de vez en cuando… con una sonrisa.
Es bueno que el médico te diga que todo va bien.