Es agosto y, en el hemisferio norte, hace calor, mucho calor, y además sigue la pandemia. Pero esta vez tengo que ser mala de nuevo y daros la lata con las últimas noticias sobre un hermoso país en guerra.
Me comentaba mi marido esta mañana con sorpresa que ha leído que el gobierno afgano ha decretado la liberación de 400 prisioneros talibanes, 156 de los cuales en realidad estaban condenados a muerte y 44 en las listas negras de varios gobiernos. Oh, sí, suena feo imaginarse a esos 400 hombres despiadados sueltos otra vez para que puedan volver a hacer de las suyas. Pero como nosotros no vivimos en Afganistán, podemos seguir desayunando con calma y dedicarnos luego a nuestras actividades dominicales favoritas, incluida una siestecita, sin que los talibanes liberados nos quiten el sueño ni un minuto, ¿verdad?.
Sin embargo resulta que algunas de mis actividades dominicales suelen ser leer las noticias de Tolonews, telefonear con mi ahijado afgano y escribir un blog sobre inter/multiculturalidad y refugiados – esos refugiados que vinieron huyendo de los talibanes. Y no son 400 los hombres que les quitan el sueño a estos amigos míos, son más, muchos más.
En el acuerdo de paz de febrero los talibanes presentaron una lista con 5.000 nombres de prisioneros a liberar, si el gobierno afgano quería que ellos se dejaran de violencia y comenzaran a dialogar sobre cómo sacar adelante el país entre todos, en lugar de seguir todos contra todos. Ghani y Abdulah han tenido que aclarar primero sus propias diferencias y luego ir cediendo a las peticiones de los talibanes. Antes de las celebraciones de la Fiesta del Sacrificio, el mes pasado, el gobierno había liberado ya a 4.600 prisioneros de la lista (a pesar de no haber un auténtico alto fuego) – quedaban estos últimos 400, algunos de los cuales son los más temidos a nivel nacional e internacional. Al llegar la fiesta, los talibanes sonrieron prometiendo que ahora sí que casi, casi estaban dispuestos a sentarse a negociar pacíficamente, y Ghani liberó a 500 prisioneros que no estaban en la lista, a ver si eso servía de algo. Pero no ha servido, claro, y aquí es donde el gobierno afgano cede de nuevo y libera estos 400, que son la guinda que remata el pastel (que se van a comer los talibanes, seguro).
Y ahora tenemos que ver si de verdad los radicales “estudiantes del Islam” se sientan a hablar con sus lenguas viperinas, o se hacen los despistados una vez más y siguen dejando que sus armas y sus terroristas suicidas hablen por ellos.
Por cierto, que la resolución decretada este domingo por la Loya Jirga (en español se pronuncia Loia Yirga, con la “y” argentina, y significa Gran Asamblea en pashtún), de 25 puntos, en la que se incluye la liberación de estos últimos talibanes, dice también que los liberados que sean de origen extranjero deben ser devueltos a sus países y la comunidad internacional (entiéndase Pakistán y Arabia Saudí, principalmente) debe cesar las intervenciones directas e indirectas en Afganistán y el apoyo a los grupos terroristas. Entre los puntos se incluye también uno sobre la situación de la mujer afgana: “…al ser la mitad de la sociedad, debería tener un estatus social y político y jugar un papel constructivo, participando en todas las etapas del proceso” – esto es lo mal que lo explica Tolonews en inglés, ¡a saber lo que dice el original en pashtún!, y a saber lo que entienden los 3.200 delegados de la Asamblea al respecto.
Aquí os dejo la foto del 1% de participación femenina en la Loya Jirga (cortesía de Tolonews otra vez).
